Para la agricultura familiar
Frutales,
una alternativa posible
· En
María Luisa la familia Cavallo se inició con duraznos y agregó manzanas e
higos. En pocas hectáreas logran una producción que se potencia con la venta
directa al público. Junto a otros 11 emprendedores integran un grupo de Cambio
Rural que también incluye cítricos y nogales.
Juan Manuel
Fernández
jmfernandez@ellitoral.com
Hugo Cavallo y
Silvia Franco encontraron en la producción de duraznos y manzanas un excelente
complemento para la economía familiar. Con apenas un cuarto de hectárea, que
implantaron hace 10 años y comenzó a dar frutos hace 8, consiguieron resultados
con más valor humano que material. Él dejó de ser chofer en un camión de
cereales, actividad que lo obligaba a ausentarse por largos períodos de su casa
y vivir incómodamente. Y ella, de a poquito, está cumpliéndole a su madre el
sueño de la casa propia.
El trabajo en la
“Finca Doña Lucía”, ubicada en María Luisa (Las Colonias), se reparte entre los
miembros de la casa, que también comprende a Lorena y Florencia, hija y nieta
-respectivamente- del matrimonio. Sólo cuentan con un empleado y,
ocasionalmente, contratan algún ayudante en época de cosecha, ya que las 300
plantas entregan hasta 9.000 kilos de fruta en apenas dos meses, entre octubre
y diciembre. La venta también la realizan ellos mismos, recorriendo los pueblos
de la región con la camioneta y ofreciendo su producto puerta a puerta.
Entusiasmados
con los resultados del durazno, decidieron ampliar el esquema e incorporaron
higos y manzanas. Y desde julio del año pasado forman parte del grupo de Cambio
Rural “Frutales del Litoral”, que coordina la ingeniera Camila Cuello, lo que
les permite tomar contacto con otros productores e intercambiar información y
experiencias.
Nuevas
variedades
El desembarco en
la región de especies frutales como duraznos y manzanas, tradicionalmente
producidas en el sur del país, se produjo mediante un programa de difusión que
desarrolló la Facultad de Agronomía de Esperanza tras la aparición de
variedades de bajo requerimiento de frío. “Acá cubrimos un requerimiento de
300/400 horas de frío y estamos trabajando con variedades en ese rango, cuando
en el sur necesitan arriba de 600 horas”, explicó la asesora respecto de los
durazneros. Con aquellos que aceptaron el convite más tarde se formó el grupo
que hoy asiste el INTA.
“Los duraznos
está probado que para uno que anda con lo justo son rentables”, aseguró Hugo a
Campolitoral. Y si bien es negocio, se trata de una “segunda entrada” para la
familia, ya que su mujer y su hija tienen trabajo afuera. Cuando sumaron
manzanas primero e higos después -sobre 2 hectáreas y media de un campo
heredado por Silvia que arriendan para agricultura- Hugo debió dejar el camión
de cereales para dedicarse full time, aunque hoy también suma un ingreso extra
como relevo de un camión lechero fin de semana por medio.
Para
comercializarlos toman como referencia los precios del mercado en Santa Fe,
cargan hasta 25 cajones en la caja de la camioneta y salen a vender la cosecha
en los pueblos de la región, donde al principio desconfiaban y ahora ya le
sacan la fruta de las manos. “Ya conocemos la gente y la gente nos conoce a
nosotros, nos han aceptado muy bien; además, es la fruta más aceptable de
todas, llega diciembre y todavía siguen pidiendo”, explicó Silvia. Como nada se
pierde, es ella quien transforma en dulce lo no alcanza calidad para vender en
fresco. Todo se vende directo al consumidor en Santo Domingo, Progreso,
Providencia, Emilia, o bien en su casa a gente que llega desde La Pelada o
Llambi Campbell, entre otras localidades.
Riesgos
mayores. Las heladas tardías se combaten con fogatas (Hugo muestra las cenizas
de una), pero los loros no tienen solución en la chacra y dependen
exclusivamente del control de la plaga a nivel regional.
El
manejo
El planteo está
armado sobre cuatro variedades de durazneros para escalonar la cosecha: “Early
Grande”, “Flord King”, “San Pedro” y “Tropic Snow”. Y a las manzanas destinaron
una hectárea con 700 ejemplares de tres variedades de manzanos de origen
brasileño, también con bajo requerimiento de frío. En ambos casos -y también
con los higos- se proveen de plantas tanto en San Pedro como en el Campo
Experimental de Cultivos Intensivos de la Facultad de Ciencias Agrarias de
Esperanza (CECIF).
En todos los
casos, el riego artificial es un detalle imprescindible. Por esa vía, además,
se los provee de fertilizantes. “Al principio lo hicimos por goteo, pero las
cintas se tapaban y había que cambiarlas todos los años; era muy trabajoso y
pasamos a un sistema a chorrillo”, explicó Hugo. Se riega durante 4 horas al
día, a razón de 10 milímetros por hora, aunque en época de producción cada
planta requiere unos 10 litros diarios. El fertirriego se hace a base de
nitrógeno.
Los durazneros
tienen una vida útil de 25 años aproximadamente y no requieren un trabajo
intensivo pero sí constante. “Los primeros tres años se realizan podas de
formación del esqueleto y al 4º año se comienzan con las de producción, que son
dos al año: una en invierno y otra en verano”, detalló la ingeniera.
En época
invernal se busca mejorar la entrada de luz para vigorizar las plantas,
mientras en temporada estival el objetivo es el contrario: desvigorizar para
que las ramas no ganen altura y compliquen luego la cosecha, además de evitar
“dejarsela servida a los loros”. Al realizar estos cortes tienen que evitar
desprotejer de la insolación a las ramas centrales, que de lo contrario sufren
un “quemado” y quedan improductivas. El último “repaso” se hace luego de la
floración, cuando los árboles empiezan a cargarse, con un “despoje” de fruta.
Con esto se busca evitar la sobre carga de fruta pequeña y se desarrolle fruta
de buen calibre. El rinde ronda los 20 kilos por planta al final de la cosecha,
que comienza en octubre y finaliza los primeros días de diciembre.
A los manzanos,
en cambio, se les da forma mediante el sistema de “espalderas”, que mejora la
entrada de luz y favorece la carga de fruta; y sólo se les hace una poda anual
para “definir los cargadores”, indicó Camila Cuello. La fruta que consiguen “es
de buen calibre y dulce”, pero sale al mercado sin el tratamiento de poscosecha
que le dan a las del sur (maduración en cámara y encerado) y por ser “menos
pintonas” no son tan fáciles de vender.
Sacrificio
que vale
Son dos las principales
amenazas que hoy tiene la fruta: las heladas tardías y los loros. Para
contrarrestar las primeras apelan a un método tan artesanal como sacrificado:
ante la inminencia del fenómeno encienden unas 50 fogatas entre los 300 árboles
y alternan las “guardias” para mantenerlas prendidas entre las 12 de la noche y
las 7 de la mañana. “Tenemos que usar madera dura, de algarrobo por lo menos,
para que dure toda la noche; debemos gastar unos mil kilos cada vez que las
prendemos”, relató Hugo. El mayor riesgo es a fines de agosto y septiembre,
cuando la fruta está pronta a la cosecha.
A lo que todavía
no le encuentran las vuelta es a las cotorras, que abundan en la zona y llegan
a la plantación ni bien los duraznos empiezan a madurar. “Son muy inteligentes
y no se dejan ver”, explica el propietario, mientras un ayudante recorre el
lote agazapado, aire comprimido en mano en busca de un disparo certero. En ese
sentido se quejó de la falta de control: “antes para poder vender hacienda
había que mostrar un certificado de que el campo estaba libre de loros, ahora
eso no existe más y la plaga es incontrolable”.
En materia
sanitaria no tienen mayores inconvenientes y cuentan con una ventaja sobre las
producciones del sur argentino al no tener ataques de mosca de los frutos ni
pulgones. Sólo aparecen casos esporádicos de muerte súbita, “propio de la
especie”, indicó Cuello, que por el momento sólo los obligó a reponer 5
plantas, acción que se realiza “inmediatamente”. Por otra parte, según la
característica climática de la temporada, se hacen controles preventivos anti
hongos con productos a base de cobre y azufrados. “Se realizan 2 o 3
aplicaciones sobre la hoja en invierno”, precisó la asesora. Si bien el
proyecto de Cambio Rural busca que las producciones sean lo más orgánicas
posibles, hay tratamientos que no se pueden evitar. “Acá tenemos una humedad
elevada y se corre riesgo de podredumbre por el alto contenido de agua que
tiene la fruta”, explicó, si bien los últimos años han sido secos y no se
registraron problemas de este tipo.
La asesora
insistió en que esta producción se plantea como actividad secundaria, aunque
los logros no son menores. Bajarse del camión cerealero o actualizar la chata
modelo 73 no fue poca cosa para la familia. Pero sin dudas lo más valioso es lo
que Silvia definió como “el sueño de la casa propia para mi mamá”. De apoco y
con esfuerzo lo están logrando “todo con el dinero de la fruta”, agregó Hugo
con gran humildad.
Espaldera.
Las manzanas se asisten con una guía de alambre para darle forma y mejorar la
entrada de luz.
Daños
en Mendoza podrían impulsar la fruta local
· Las
cuantiosas pérdidas ocasionadas en las frutas de carozo mendocinas, a causa de
intensas heladas, podrían ser una gran oportunidad para las producidas en la
región central santafesina.
En Mendoza, unas
39.400 hectáreas de cultivos de carozos (durazno, ciruela, cereza y damasco)
sufrieron graves daños en septiembre, con pérdidas por $1.345 millones según la
Fundación Ieral. El relevamiento indica que, en el caso de los duraznos
(frescos y para industria) se perdió el 85% de los cultivos, misma cifra para
la ciruela en fresco, un 35% de la ciruela para industria, un 75% de las
cerezas y un 90% de damasco.
Qué hay en la
región
· El
grupo de Cambio Rural “Frutales del Litoral” está compuesto por 12 productores,
distribuidos en Sauce Viejo, Santo Tomé, Franck, Esperanza, Pujato Norte,
Rafaela, Colonia Pujol, Monte Vera, Recreo, Arroyo Aguiar y María Luisa.
Discriminados
por tipo de producción, el conjunto trabaja con 7.000 plantas de durazneros en
14 hectáreas; 4.300 higueras en 7 hectáreas; 2.000 de cítricos distribuidos en
4 hectáreas; 900 manzanos en 2 hectáreas; y una hectárea con 100 nogales.
En la producción
de duraznos -la más extendida- se utilizan variedades “Flord Astar” (22kg por
planta), “Flord King” (34kg), “Early Grande” (11kg), “San Pedro” (25kg),
“Tropic Snow” (18kg) y “Hermosillo” (11kg). La producción promedio con plantas
adultas, según consignó la coordinadora del grupo Camila Cuello.
Los higos,
segundos en importancia, se hacen con tres variedades: Higo Turco, Guannta y
Gota de Miel, que hasta el momento han rendido -plantas de 4 años- 10kg por
planta o 6.300kg/ha.
En Manzanas se
usan tres variedades: “Princesa”, que logra 7 kilos por planta o 3.500kg/ha; y
“Caricia” y “Eva”, dos que dan 4kg/planta o 2.000kg/ha.